quinta-feira, 13 de maio de 2010

Queridos alumnos

Hola gentes... Después de mucho tiempo sin escribir en el blog, me paso aquí para decirles que voy a dedicarme un poquito más a este espacio... Buscaré informaciones que sean importantes y de relieve para nuestro día a día, en clase o en casa. Abrazos a todos, Ticiana.

sexta-feira, 29 de janeiro de 2010

WWW.COSASDELALENGUA.ES

Nuevo portal para optimizar el uso del español

El nuevo portal de la Oficina de Corrección del Español se abre con un carácter decididamente panhispánico y con la intención de sembrar inquietud y afición por el buen uso de la lengua de Cervantes. «Cosas de la Lengua» es un nuevo sitio web que ha creado la Oficina de Corrección del Español, de ABRA, con la vocación de mejorar el uso de nuestro idioma y aficionar al ciudadano medio a expresarse adecuadamente. El portal quiere situarse en el nivel más cercano posible al hombre de la calle. Sin abandonar el necesario rigor, cosasdelalengua.es aspira a desdramatizar la gramática, acercarla al hispanohablante de a pie y aportar soluciones concretas y de fácil acceso para los problemas que se le presentan en el día a día a quienes tienen un mínimo de inquietud por usar el español correctamente.

En la sección «Incorrecciones Léxicas» se recogen las ya famosas fichas del 'Informe sobre el Lenguaje' que editó ABRA para diputados, senadores y periodistas parlamentarios españoles. En el «Prontuario» hay tablas muy completas sobre 'Plurales dudosos', 'Anglicismos', 'Extravagancias léxicas', 'Falsos amigos', 'Tilde diacrítica', etcétera. En el «Consultorio», además de la posibilidad de hacer consultas lingüísticas, se puede examinar el amplio repertorio de respuestas a las cuestiones planteadas con anterioridad.

Una sección que tendrá especial relevancia es «El Guirigay», dedicada a encuestas y sondeos. Para esta ocasión se ha planteado una ambiciosa consulta: ¿cómo llamamos a los americanos hispanohablantes o cómo prefieren ellos ser denominados? Latinoamericanos, iberoamericanos, hispanoamericanos...

A diferencia de otras webs (unas excesivamente académicas y oficialistas, otras demasiado personales, a veces) «nos hemos planteado hacer un sitio práctico, de contenidos atractivos y asequibles, que exciten la curiosidad, el aprecio y el disfrute de nuestra lengua», explica Antonio Machín García, director de ABRA.

Otras secciones del portal son «La última monserga», en la que se tratan modas y esperpentos del lenguaje que se extienden entre los hispanohablantes. Leonardo Gómez Torrego, uno de los asesores de Cosas de la Lengua, escribe en esta ocasión sobre las construcciones 'delante mío', 'detrás tuyo', 'encima nuestro'.

COSAS DE LA LENGUA no pretende ser dogmática ni sentar cátedra. El nuevo portal quiere demostrar que la lengua no es algo abstruso, que su cuidado y buen uso están al alcance de cualquiera, y que no supone un esfuerzo desmedido. Muy al contrario, la intención de sus impulsores es conseguir que la gente tenga un mejor conocimiento del español, de sus variedades geográficas, de su historia y evolución; algo que puede resultar divertido y hasta apasionante.

Otras secciones de curiosa y entretenida lectura son «Oído al Llegar», en la que los hispanohablantes resaltan las palabras y giros que les sorprenden cuando viajan a otro país también hispanohablante; la «Comisaría de Papel», que atiende las denuncias de ciudadanos contra empresas y organismos oficiales que no respetan el idioma. Tras la denuncia, se traslada a estos el aviso y, si no enmiendan el yerro, pasan a la «Cárcel de Papel».

Frente a quienes abogan por un español neutro y uniforme, COSAS DE LA LENGUA propugna un idioma que conserve su riqueza de americanismos y españolismos, de giros y matices autóctonos, de riqueza y diversidad. En «El español de las dos orillas» se publicarán artículos encargados a especialistas americanos y españoles. En esta ocasión, José Martínez de Sousa, asesor también de este sitio, nos explica el desconcierto que provocan en muchos usuarios de nuestra lengua los 'pleonasmos o redundancias'.

La intención de quienes están detrás de este proyecto es fortalecer el carácter panhispánico del sitio, fomentar el conocimiento de las distintas peculiaridades y matices del español que hablamos más de 400 millones de personas y, en definitiva, convertir a COSAS DE LA LENGUA en un lugar de encuentro para hispanohablantes.

En la nueva sección «Columnas del Español» los visitantes de «Cosas de la Lengua» podrán leer, mediante un simple clic, el último artículo sobre nuestra lengua escrito por un columnista americano o español en su medio respectivo. Y hay periódicos de Cuba, México, Costa Rica, Venezuela, Ecuador, etcétera. Estas columnas son semanales en su mayoría.

Fonte: http://www.elcastellano.org/noticia.php?id=1217

quarta-feira, 27 de janeiro de 2010

América Latina

América Latina es una denominación histórica y geográficamente imprecisa, que los españoles suelen rechazar, pues dan preferencia a Hispanoamérica (el conjunto de los países que surgieron de la colonización española) o Iberoamérica (el mismo conjunto incluyendo a Brasil, colonizado por los portugueses). Hemos de convenir que estas últimas denominaciones son bastante más precisas, puesto que excluyen países caribeños de colonización francesa, como Haití, y aun los territorios francohablantes de Canadá, a los que, de todas formas, no se suele considerar latinoamericanos.

Sin embargo, en las costas occidentales del océano Atlántico se prefiere, por razones que enseguida veremos, hablar de América Latina, a raíz de lo cual los estadounidenses llaman genéricamente latinos a los inmigrantes procedentes del sur del río Bravo. Según una anécdota atribuida al ex vicepresidente norteamericano Dan Quayle, en cierta ocasión manifestó su interés en estudiar latín, alegando que le resultaría "muy útil para cuando viajase a Sudamérica", donde, según está versión, él creía que se hablaba esa lengua.

La preferencia de los americanos hispanohablantes (o lusohablantes) por la expresión América Latina tiene razones políticas e históricas que arrancan del siglo XIX, pero la palabra latino es mucho más antigua: para conocer su origen tenemos que remontarnos a los tiempos de la Guerra de Troya, ocurrida hace más de 3.000 años. Es una historia que vale la pena conocer.

En aquella época, Latinus era el rey de los aborígenes (de ab origines), primitivos pobladores de la Península Itálica. Cuenta la leyenda que cuando Eneas llegó fugitivo a la costa italiana después de la toma de Troya por los aqueos, fue acogido con su familia por Latinus. En la familia de Eneas estaba su hijo Iulo, quien, según la leyenda, sería el fundador de la familia Iulia, en la que tres o cuatro siglos más tarde nacerían Rómulo y Remo, los míticos fundadores de Roma, y unos siete siglos después, Julio César.

Otra leyenda cuenta que Latino habría guerreado contra Eneas y que, muertos ambos, los tirios y los aborígenes decidieron unirse para formar un nuevo pueblo, al que dieron el nombre del rey Latinus.

Más allá de la milenaria leyenda, lo cierto es que el nombre latinus lo tomaron los romanos para sí y para su lengua y cultura que, con el apogeo del imperio, se extenderían desde el norte de España hasta lo que hoy es Rumania.

Tras la caída del Imperio Romano, la lengua latina fue adoptando diversas formas en los territorios del antiguo dominio de los césares, dando lugar al gallego-portugués, al castellano, al aragonés, al leonés, al catalán, la lengua de Oc, el francés, las incontables lenguas de la península itálica, el rumano, el sardo y muchos otros idiomas de numerosas regiones cuya enumeración sería inagotable: eran las lenguas romances o latinas.

Unos siglos más y los españoles y portugueses se lanzaron a los mares en busca de nuevas tierras, principalmente hacia América, aunque los hispanos llevaron su lengua también al norte de Africa y a las Filipinas y los portugueses a Macao, donde incluso dieron origen a nuevas palabras del idioma chino que perduran hasta hoy.

De las otras lenguas latinas o romances, los franceses llevaron la suya a Haití y al Canadá y los italianos a Etiopía. Todos estos países fueron llamados latinos por sus lenguas, que se derivaban de un tronco común, por su historia y por su cultura.

Los pueblos colonizados por España se llamaron hispanoamericanos, denominación que se emplea hasta hoy, especialmente en la Península Ibérica. Sin embargo, razones históricas y políticas han llevado a que en América se prefiera la denominación América Latina o Latinoamérica. En realidad, hasta comienzos del siglo pasado eran muy pocos los lazos entre los países hispanoamericanos y sus vecinos nacidos de otras colonizaciones latinas —como Brasil, Haití, las Guayanas y los canadienses de Quebec.

La expresión Amérique Latine fue creada hacia 1860, cuando Napoleón III se disponía a invadir México para imponer al emperador Maximiliano a fin de contener el avance de Estados Unidos, una política que requería poner de relieve elementos de identidad cultural entre los franceses y los hispanoamericanos. El diputado francés Michel Chevalier, uno de los más cercanos colaboradores de Napoleón III, acuñó entonces esa denominación.

Maximiliano acabó depuesto por Benito Juárez y fusilado en 1867, pero el nombre creado por los franceses prevaleció como elemento cultural que une a los países iberoamericanos, la antigua Guayana francesa y Haití.

La emergencia de una izquierda socialista y anarquista hacia fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX tal vez pueda explicar el éxito que tuvo fuera de España la expresión América Latina, muy oportuna para los políticos de la época, puesto que les permitía marcar la diferencia con los Estados Unidos y, al mismo, tiempo, evitar la connotación peninsular del vocablo Hispanoamérica.

En el uso corriente la denominación América Latina cuenta hoy con la comprensión de los intelectuales españoles de mayor relevancia, y el espaldarazo de la Academia Española, contra la opinión del ya fallecido premio Nobel Camilo José Cela, quien en su acendrado eurocentrismo siempre se negó a admitir esa expresión. Cela ponía el acento en la imprecisión del término, pero desconocía la voluntad y el uso preferencial de los latinoamericanos.

El término se impuso también en Estados Unidos, donde latin es hoy por lo menos tan usado como hispanic para designar los inmigrantes del sur, lo que puede explicar la confusión que se atribuyó a Quayle.

Fonte: La Palabra Del Día (http://www.elcastellano.org/palabra.php), por Ricardo Soca.

sexta-feira, 15 de janeiro de 2010

La Canción Desesperada

Emerge tu recuerdo de la noche en que estoy.
El río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado como los muelles en el alba.
Es la hora de partir, oh abandonado!
Sobre mi corazón llueven frías corolas.
Oh sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo te lo tragaste, como la lejanía.
Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio !
Era la alegre hora del asalto y el beso.
La hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad de piloto, furia de buzo ciego,
turbia embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Te ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
Te tumbó la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice retroceder la muralla de sombra.
anduve más allá del deseo y del acto.
Oh carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como un vaso albergaste la infinita ternura,
y el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era la negra, negra soledad de las islas,
y allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah mujer, no sé cómo pudiste contenerme
en la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi deseo de ti fue el más terrible y corto,
el más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún los racimos arden picoteados de pájaros.
Oh la boca mordida, oh los besados miembros,
oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en que nos anudamos y nos desesperamos.
Y la ternura, leve como el agua y la harina.
Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ese fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y en el cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh sentina de escombros, en ti todo caía,
qué dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron.
De tumbo en tumbo aún llameaste y cantaste
de pie como un marino en la proa de un barco.
Aún floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor perdido, todo en ti fue naufragio!
Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.
Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es la hora de partir. Oh abandonado.

PABLO NERUDA

San Millán, donde nació el español

La Rioja Cono aiutorio de nuestro dueno dueno Christo, dueno salbatore... Hace mil años, entre los siglos X y XI, en el scriptorium de San Millán de la Cogolla, el amanuense Muño, que copiaba un códice latino, escribió al margen de una página esta oración que, como el resto de sus hermanos del monasterio, debía de saberse de memoria. Lo hizo, seguramente sin pensarlo mucho, empleando una lengua romance, «un dialecto riojano o altorriojano». Aquellas inocentes anotaciones han llegado a ser consideradas a partir del siglo XX el primer testimonio escrito del que se tiene noticia de un dialecto romance hispánico medieval, es decir, la lengua que ya no es latín hablada por el pueblo llano en la alta Edad Media.

El origen del idioma español.

El Códice 60, que contiene ésta y muchas otras glosas más, es uno de los setenta códices procedentes del monasterio de San Millán que custodia en Madrid desde mediados del siglo XIX la Real Academia de la Historia (RAH), uno de los mayores tesoros de su biblioteca. Pero también un símbolo de La Rioja, orgullosa cuna de la lengua. Como tal lo viene reclamando en reiteradas ocasiones desde 1978 y ha vuelto a hacerlo este año, junto con los glosarios 31 y 46, también de gran trascendencia filológica. Pero la Academia se ha negado una vez más, sin atender a los cambios obrados en los últimos años, desde la declaración de San Millán como Patrimonio de la Humanidad en 1997 y la puesta en marcha de Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española), que reúne las condiciones para la custodia, conservación y estudio de tales documentos.

Sin embargo, La Rioja no se resigna; diversas voces acreditadas insisten en que San Millán es su lugar. Con la ayuda de nuestro Señor Don Cristo Don Salvador... Una oración en espíritu semejante a la que rezaba el bueno de Muño en San Millán de Suso en la Edad Media sería la que entonaran los monjes benedictinos mucho después, a primeros de marzo de 1821, cuando vieron partir de su querido monasterio de Yuso los «códices antiquísimos» de su biblioteca. Marchaban a la fuerza rumbo a Burgos, reclamados por el 'Gefe Político' durante la desamortización ordenada por el Gobierno liberal.

Quizás esperaran un milagro como aquél que dio origen a su morada. Cuenta la leyenda que en el año 1053, cuando el rey García quiso llevarse a Nájera los restos mortales de san Millán para desolación de los monjes, los bueyes que tiraban de la carreta con las reliquias se detuvieron en el llano y ya no volvieron a andar. Era, sin duda, el propio san Millán imponiendo su voluntad de no pasar de allí y ser enterrado de nuevo en aquellos lugares. Ante aquel prodigio, el rey mandó construir un segundo monasterio, al que se llamaría Yuso para distinguirlo de Suso.

Pero con los códices no hubo milagro y la carreta que los portaba siguió su camino ante la mirada resignada de los benedictinos, que por segunda vez se veían obligados a la exclaustración (ya habían sido expulsados por José Bonaparte en 1809 y lo serían definitivamente en 1835 con la desamortización de Mendizábal; hasta 1878 no llegarían para ocupar su sitio los agustinos recoletos).

Con esa zozobra vivían las comunidades religiosas los no pocos vaivenes políticos de la España del siglo XIX, con gobiernos que se sucedían derogando lo dispuesto por el anterior. Pero no por ello regresaron a San Millán aquellos viejos manuscritos en los que los desamortizadores esperaban encontrar títulos de propiedad de la Iglesia, cuando en realidad escondían otro gran tesoro todavía por descubrir.

Los primeros años de su exilio los pasaron en Burgos, hasta que en 1851 fue reclamada desde Madrid la «remisión de códices pertenecientes a los monasterios de San Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña (Burgos), ordenada por la Dirección de Fincas del Estado en virtud de la aplicación de la legislación relativa a la desamortización». Efectivamente, uno de los aspectos de la desamortización de bienes eclesiásticos por el Estado español en el siglo XIX fue la incautación de gran cantidad de archivos monásticos, catedralicios, etcétera, de distinta procedencia a los que asignaron —como a otros muchos bienes muebles e inmuebles— destinos distintos.

Entre las adjudicaciones figuraba un sustancial corpus de documentos cuya masa reunida dio origen al Archivo Histórico Nacional, radicado en la capital de España. Otras incautaciones desamortizadoras pasaron a engrosar los fondos de muchos archivos históricos y administrativos regionales, provinciales y locales; y una importante serie de libros y documentos antiguos fue asignada a la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (RAH) en Madrid «como entidad cualificada para su custodia y aprovechamiento científico».

A este último grupo pertenecía el selecto lote procedente de los monasterios benedictinos de San Millán de la Cogolla y San Pedro de Cardeña. De los más de cien volúmenes que reuniría esta entidad en sucesivas adquisiciones, casi setenta son códices emilianenses (códices del 1 al 64 y del 118 al 120, según la numeración con que fueron registrados al ingresar).

Quién sabe si de no haber sido por esta biblioteca no habrían acabado en la hoguera aquellos legajos carentes del valor que esperaban de ellos los políticos de la época. Pero fue allí donde aguardaron silenciosamente a que alguien iluminase su secreto. Su verdadero valor fue descubierto en 1911, cuando el académico Manuel Gómez Moreno transcribió alrededor de mil glosas interlineales y marginales del Códice 60 y se las envió a su colega Ramón Menéndez Pidal.

La clave

De pronto, al cabo de nueve siglos, allí estaban las viejas palabras de Muño ante alguien capaz de entender su significado y, sobre todo, de apreciar su singularísimo valor filológico, cultural e histórico. «En estas Glosas Emilianenses —sentenció el eminente medievalista— vemos el habla riojana del siglo X muy impregnada de los caracteres navarro- aragoneses». Era la clave del origen de aquella primera lengua romance que ya no era latín.

«El primer vagido de la lengua española es, pues, una oración», afirmaría el filólogo Dámaso Alonso; se refería, claro está, a la sencilla oración de Muño.

Otros muchos estudiosos, como Rafael Lapesa, Emilio Alarcos o Manuel Alvar, vendrían después a enjuiciar lo que simbólicamente se ha consensuado como «acta de nacimiento del idioma». A estudiar los demás códices emilianenses preñados de glosas de otros copistas del scriptorium medieval: Albinus, Atiltus, Andreas Darmarios, Dominicus, Emilianus, Enneco Garseani, Eximino Archipresbiter, Moterrafe, Pedro, Petrus Abbas, Quisius, Juan Sánchez de Villoria, Trinitarius Presbiter... Los hermanos de Munnius, que, como él, tanto se habían afanado en copiar manuscritos y, cuando tenían dificultades para la comprensión de un texto latino, lo glosaban en el habla del pueblo llano o redactaban auténticos diccionarios enciclopédicos, como el Códice 46.

«Por voluntad del Todopoderoso devine monje calígrafo en el celebrado scriptorium de aquella abadía millanense (...) y dediqueme junto a mis hermanos en la caridad de Cristo, puestos en comunión bajo la regla monástica de San Benito de Nursia, a la reproducción de las obras vertidas por nuestros egregios predecesores en la religión cristiana, aquellos sobre cuyo piadoso numen infundió el Altísimo su inspirado soplo para el más elevado brillo de su verdad eterna e imperecedera». Algo parecido al protagonista de El escriba y el rey (del escritor riojano Demetrio Guinea) debieron de sentir quienes actuaron sin saberlo como notarios de aquel alumbramiento idiomático tan trascendente a nuestros ojos.

Eran y son sus palabras escritas los primeros vagidos de un recién nacido cuya cuna, como quedó acuñado en 1977, al celebrarse en San Millán el Milenario de la Lengua, es por extensión La Rioja. Veinte años después de aquel evento, los monasterios de San Millán de la Cogolla fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. A raíz de entonces se acometió una profunda restauración monumental de Yuso y Suso y, a partir de la Fundación San Millán de la Cogolla, su puso en marcha Cilengua (Centro Internacional de Investigación de la Lengua Española), heredero del esplendor cultural del scriptorium medieval.

La devolución de las Glosas Emilianenses, de aquel Códice 60 y de otros glosarios como el 31 y el 46, todo un símbolo para un idioma hablado ya por casi 500 millones de habitantes en todo el mundo, pero también un símbolo para La Rioja, fue formalmente solicitada por primera vez en 1978 por parte de la Asociación de Amigos de San Millán y nuevamente en 1990 con motivo de una reunión de centros riojanos en el mundo. La RAH siempre se ha negado argumentando que San Millán no reunía las condiciones necesarias de seguridad para custodiar unos documentos de tanta valía.

Este año 2009, el Gobierno de La Rioja ha vuelto a pedir su «depósito temporal» con el convencimiento de que aquellas carencias han quedado sobradamente subsanadas. Pero en vano; la Academia que tanto aprecia este tesoro, no lo cede. Y a ese lugar de la palabra que es San Millán le siguen faltando sus palabras primeras, aquéllas que escribiera Muño un buen día hace mil años en que la devoción y el amor por su noble oficio «le apretaron dentro del pecho añadiendo lo que le salía del alma»: Cono aiutorio de nuestro dueno dueno Christo, dueno salbatore...

Fonte:http://www.elcastellano.org/noticia.php?id=1180

El valor económico del español

El Mercurio

Hasta hace poco, la Real Academia todavía se consideraba la suprema autoridad para la interpretación, la conservación y el desarrollo de una lengua hablada por más de cuatrocientos millones de personas. Las cosas han cambiado. Ahora, veintidós academias hispanas en igual número de países trabajan en condición de igualdad, llevando a cabo proyectos cada vez más ambiciosos, creando cada vez más diccionarios para un tesoro rico y variado de palabras, intentando mantener una gramática común. El primer congreso mundial de estas academias tuvo lugar en Zacatecas, en 1997.

En esa ocasión, tres premios Nobel muy diferentes —Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Camilo José Cela— se pronunciaron sobre la lengua común. Paz habló de la extraordinaria riqueza ganada por el idioma español por su expansión en América. García Márquez abogó por una fusión lingüística y exhortó a una reforma ortográfica (la cual sin embargo, tengo que señalarlo, considerando las diferencias de pronunciación, reduciría la comprensión mutua). Cela argumentó en pro de una convivencia pacífica.

Le ha ido bien al español. De hecho, le iba bien incluso antes de la cooperación entre las academias. La cantidad de lenguas en el mundo se reduce cada vez más rápido, las pequeñas sucumben por la cercanía de las grandes. Mas el número de personas que tienen el español como su primera o segunda lengua sigue en aumento. Un mapa reciente —Atlas de la lengua española en el mundo— ha sido publicado por el lingüista Francisco Moreno Fernández y el sociólogo Jaime Otero Roth (Ariel/Colección Fundación Telefónica, Barcelona 2008).

En varios sentidos, el español ha llegado a ser el segundo idioma del mundo, según el criterio utilizado: número de personas, número de estados, el papel del idioma en el contexto internacional. Además, Estados Unidos hoy en día se ha convertido en uno de los mayores países hispanoparlantes, considerando la cantidad de sus habitantes (unos 30 millones), que lo consideran su lengua materna. Los autores constatan que los «latinos» de EE.UU. hablan español incluso en la segunda o tercera generación. A pesar de los muros y los guardias fronterizos, el futuro de la lengua parece estar garantizado por la inmigración. ¿Querrá decir esto que la tendencia seguirá, como los españoles esperan y Samuel Huntington temía? En parte, el «multiculturalismo» es el efecto de una integración malograda. Todos los hispanoparlantes pueden entenderse entre sí. Puede que encuentren la pronunciación del otro curiosa o hasta ridícula, y el vocabulario puede variar considerablemente. La misma palabra puede significar cosas distintas o al menos tener otro valor u otras asociaciones de un país a otro, y esto puede causar malentendidos o molestias. Un libro escrito en otro idioma y traducido al español en Madrid puede parecer pesado en Buenos Aires o en Caracas y viceversa. Pero para comunicarse a través de la fronteras estos 400 millones no tienen por qué ser cultos ni siquiera educados. A diferencia de muchas otras lenguas —entre ellas el chino y el árabe— el español no ha desarrollado diferencias dialectales tan fuertes como para amenazar el entendimiento mutuo.

El idioma, una «materia prima»

Hace poco, un grupo de investigadores dirigido por los profesores José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez publicó un estudio sobre la importancia económica del español bajo el título Economía del español (Ariel/Colección Fundación Telefónica, Barcelona 2009).

Los estudiosos son principalmente economistas y sociólogos, pero el grupo tiene una sólida competencia lingüística. La tarea que se han dado puede parecer extraña, tanto para lingüistas como para economistas. Estos pueden suponer que tales estudios serían frívolos y carentes de interés; aquellos pueden disgustarse ante la pretensión de ponerle precio a algo cuyo valor es incalculable por definición.

Sin embargo, la relevancia económica del idioma es incontestable. La lengua es la condición y el mayor instrumento del intercambio económico. Los costes de transacción ocupan un lugar creciente en los cálculos económicos contemporáneos, al compás del aumento de la productividad de bienes y servicios. El problema está en identificar y cuantificar el idioma como recurso y costo. Siendo un bien inmaterial cuyas externalidades son difíciles de definir, frecuentemente carece de costo de producción y su uso no reduce su cantidad; al contrario, su valor crece con la cantidad de sus usuarios. Para quien lo tenga como lengua materna, el costo marginal es cero. El valor de la membresía del club crece cuanto más numerosos son sus miembros.

Para el grupo de investigadores, el idioma tiene tres funciones principales: como medio de comunicación, como «materia prima» para actividades creativas y como señal de identidad. Cada una tiene efectos económicos pero hay que medirlos de manera distinta. Lo más difícil de calcular es el papel del idioma como señal de una identidad común. El efecto de un idioma internacionalmente utilizable para reducir los costos de transacción tampoco son fáciles de medir. Lo más obvio es el uso del idioma como materia prima de diversos productos en el área de la comunicación: periódicos, cine, música, literatura, publicidad.

El grupo ha construido un modelo para comparar tales valores y espera ver estudios paralelos en otras partes del mundo hispanoparlante a fin de poder demostrar las correspondientes ventajas competitivas para otros países. Reconocen que la causalidad es compleja. Si el idioma es importante para la competitividad, ésta también es importante para la utilidad del idioma.

El informe subraya algunos factores especialmente importantes para la fuerza económica de un idioma en el futuro. En el mundo «llano» de hoy, un idioma no será eficiente en primer lugar por motivos demográficos sino en la medida en que representa una economía creciente, una considerable producción de conocimiento y unas instituciones sociales y políticas funcionales. Estos, según los autores, son los principales factores que han creado la posición dominante del inglés. En cierto sentido, la economía del inglés es sinónima a la economía en inglés. El idioma refleja factores ya conocidos entre los países: competitividad, estabilidad democrática, cohesión social.

Esto implica algunos problemas para la extensión del español y lógicamente para la tesis principal del informe. De los cuatrocientos millones de hispanoparlantes sólo cuarenta millones usan internet. Los avances científicos se hacen con más frecuencia en países donde se hablan otros idiomas. Más libros escritos en inglés son traducidos a otros idiomas que los que han sido escritos en español. En varios países, también en América Latina —Guatemala, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Colombia—, la difusión del español todavía no se ha completado. En Guatemala, la lengua compite con unos veinte idiomas locales. La discriminación de indígenas en países como Perú y Chile debilita la capacidad de entender y expresarse en español de muchas personas cuya lengua materna es el aimara, el quechua o el mapudungún.

Faltan dos meses para el quinto congreso mundial de la lengua, que tendrá lugar en Valparaíso en marzo de 2010. Será un evento con miles de participantes, en el cual las veintidós academias se juntarán con lingüistas, sociólogos y escritores. La mayoría serán gentes que viven para el idioma sin preocuparse demasiado de su valor económico y cuyo trabajo pocas veces es remunerado con «bonos» millonarios. Es cierto que el avance del español nos recuerda las implicancias políticas y económicas del idioma, de todos los idiomas. Después de todo, la capacidad lingüística es la principal cualidad que define al homo sapiens y, de paso, también al homo economicus.

Fonte:http://www.elcastellano.org/noticia.php?id=1191

segunda-feira, 18 de maio de 2009

Aprender on-line

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